Las pérfidas llaves intentan abrir el anagrama
suavizando la cerradura con metapoesía,
¡difícil tarea que agobia los tuétanos
y rompe los sesos del empírico poeta!
Profundizando en estos misterios
se sumerge el verso en las olas como espía incógnito,
y desentraña las reconditeces del arpegio;
asciende a la superficie lo anómalo de un soneto arrítmico
se amontonan las pruebas que confirman con certeza,
si el paisaje es bucólico o está contaminado con la técnica
donde se levanta una torre que arroja químicos a la atmósfera
pruebas selladas con sigilo,
fotografías ocultas en un punto minúsculo
camuflado como una tilde o una diéresis
disfraz perfecto enmarcado dentro de la extención del pergamino
pruebas que luego son decodificadas en laboratorios,
donde se reciclan las rimas mórbidas
barriles rebosantes de vivencias le brindan un impulso
y avanza la máquina poética;
fardos repletos de volframio son recogidos en el silencio de una playa
y luego los transportan hasta las refinerías
ubicadas en el cordón de la albufera,
donde la melancolía se transmuta en felicidad.

II

Despampanante valquiria
cruza en rauda bicicleta el elipse de la pista,
su rostro sonríe iluminado por sus veinte años;
es tan ágil en la persecución individual
y en las pruebas de velocidad,
que en las competencias parece una saeta blonda
la armonía de su figura es capaz de levantarle el ánimo a un poeta octogésimo
en medio de la lucha mira hacia atrás
para ver la ventaja que le ha sacado a la rival,
luego acelera los pedales impulsada hacia adelante
por su magnífico caderaje.
Cuando desciende de la bicicleta para recibir la áurea medalla
es admirable la gracia que exhala su licra apretada
resaltando el volumen de sus caderas
agobiado por mi tarea anacorética,
descifrando pergaminos manchados por el óxido metafísico
único oficio practicado desde mi niñez;
mi razón se abruma con el vértigo de esta chica
pero soy célibe y es grata idea hacerla mi cónyuge
aunque después la locura de su velocidad
transtorne mis sentidos,
de manera que no comprenda si estoy recitando
los poemas de Novalis o el martillo de las brujas...

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia
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