Píndaro rebasó los límites del Norte
y desde una oda cimera,
vislumbra las antípodas del silencio
la esencia prístina de los hiperbóreos;
y tremolando la bandera del rosicler
la aurora le abre las puertas
de aquella villa espléndida.

La flor de la conífera
es el símbolo de esa región señera,
allí el frío es piadoso con sus huéspedes;
y les brinda alas de águila bicéfala
a los poetas que escriben rebasando la lejanía.

La gélida niebla acaricia al pensamiento azul
y una musa de mirada azulada,
y blonda cabellera de trigal maduro;
inspira la métrica del homérico verso.

Esta semilla jamás germina en el trópico
donde el calor nubla las ideas;
marchitando en un estío eterno
las hojas consagradas del abedul,
y el piñón divino del pino nórdico
confundido entre la canícula despiadada
sufre por la parálisis del pensamiento.

Píndaro fue el único poeta capaz de dibujar con líneas simétricas
el mapa de la remota Hiperbórea,
mapa planetario que sigue el lúcido rastro
de la estrella polar.

Su pincel también tiene noble mérito
agregándole volumen a ese mapa plano,
que adolecía de vastas dimensiones;
bajo sus pinceladas de oro
ahora brilla más allá del Norte
iluminado por el notable confín
de la trigonometría esférica.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia