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■ Tierra baldía
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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2022-07-27 | |
El espacio vital en el cerebro de un joven comunista español es insalubre. Alquilé, por un tiempo, un pequeño cuarto en el lóbulo occipital de una joven comunista española, de cuya voz me enamoré cuando gritaba por el megáfono.Nada más cruzar el Puente de Varolio, me llamó la atención el fuerte olor a humedad de una escayola que se había desprendido de la pared de la Bóveda Craneal, que hacía mucho tiempo que no se pintaba. Una estera deshilachada tapaba un agujero ancho, no muy profundo, por donde el viento soplaba, a rachas, las cenizas de una biblioteca no leída.Dos callejones se entrecruzaban, así que no podía entender por qué lo que podía ver con mi ojo derecho se estaba imprimiendo en el lado izquierdo de las calles de su cerebro, donde el tráfico era muy intenso. Por la derecha, nadie conducía. Miré hacia arriba, había un cielo huesudo, y me quedé sin palabras cuando vi que la Bóveda Cranealencima de mí tenía dos caras: una convexa y otra cóncava.¿Es una coincidencia, pensé? Dos neuronas caminaban descalzas, sin saber a dónde realmente querían llegar. Eran los únicos habitantes del vecindario y me parecían pocos. Permanecí en silencio, extraño, en un lugar extraño no puedes hacer muchas preguntas. Sabía que no sería bien recibido si hacía caso a algunasrarezas descubiertas.
En el cerebro es difícil vivir, y en uno de sus suburbios, responsable de la visión, aún más difícil. Te pueden espiar utilizando las cámaras ocultas de la Corteza Visual, a través de las cuales los sensores retinianos envían al centro información sobre cualquier movimiento que realices. Sin embargo, había pagado el alquiler por adelantado y era poco probable que me hicieran tanta injusticia como para echarme a la calle, sobre todo porque el puente de Varolio había estado levantado durante una semana. De los dos canales, Ventral y Dorsal, el primero me pareció más contaminado, ¡ah! ... pensé, por eso la chica cuyo cerebro habito tiene tanta dificultad para reconocer los objetos. Claro, de ahí sus decisiones equivocadas y la confusión entre la izquierda y la derecha, y ... etc. El Canal Dorsal era navegable, por él circulaban pequeñas embarcaciones, algunas habían ondeado una pequeña bandera roja en sus mástiles. No pude ver desde esa distancia si tenían la hoz y el martillo impresos, pero como circulaba por el lado izquierdo del agua, igual que en Londres, era presumible que, ¡sí! Me detuve frente a una librería vacía, no había nadie más que el librero.Un viejecito escuchimizado, que no levantó la vista del libro que tenía abierto delante de sí, a pesar de que había escuchado mis pasos. "Buenos días", dije. "Nuestra ciudad está habitada por 140 millones de neuronas", dijo, aparentemente leyendodel libro. "Quizás se refiere a la gente", lo corregí. No veo muchas neuronas por aquí, había dos, en las inmediaciones de la casa donde alquilé una habitación". El anciano se dio la vuelta y me mostró la página que había leído. El campo de visión era bastante estrecho, el ángulo desde que miraba me permitía ver solo dos o tres líneas de luz que, francamente hablando, no brillaban mucho."Sabes dónde estás, supongo", me dijo. "¡Sí, lo sé!,respondí. En el cerebro de una joven comunista española, ella me encandiló y ...”“Y te paseas para ver, ¿qué? ¿La orientación de las cuentas producidas por ilusiones? "Ah ... no, me defendí, no soy muy bueno en ... pero tenía la curiosidad. Sabe, señor librero, estuvepreguntándome durante mucho tiempo: ¿qué puede haber en la cabeza de un joven comunista y vine a verlo". "Pues, ¿qué puede haber?, respondió el anciano, apartando la mirada del libro. Otro mundo, un mundo que no podrías imaginar si no hubieras pasado por aquí. ¡Tierra y agua, eso es todo!”. Me sorprendió descubrir que las superficies sobre las que arrastré mis pasos tenían debajo de las losas de hormigón tierra, peroal hallarme en una calavera habría esperado tropezar con neuronas por todas partes. Cuando, de repente, vi una aquí y otra allá. Dirigí la mirada hacía la Porción Basilar del Hueso Occipital, como si yo estuviera mirando hacia el abismo. Aunque parecía una zona bastante estrecha, en medio de ella se podía discernir, es cierto, como entre vapores, un lago, cerca del cual se alzaba orgullosamente una roca. El paisaje me pareció nuevo y repentino, lamenté no haber estudiado más profundamente la anatomía del cuerpo humano antes de ir allí, para no estar obligado a preguntarle tanto al anciano."¡Hm!, dije, admito que no esperaba que hubiera tanta paz por aquí. En el cerebro de un joven comunista, imaginé que hay una batalla terrible entre lo viejo y lo nuevo, entre el bien y el mal, que las neuronas hacen tantas conexiones neuronales entre sí, que sus sinapsis se calientan a punto de incendiarse. En realidad, aquí nadie piensa mucho". "¿Sabes por qué?", me dijo el anciano, cerrando ruidosamente el libro. “¡Por los jóvenes comunistas españoles piensa él!”, dijo con firmeza extendiendo su dedo índice hacia un busto de Lenin, que, a pesar de ser bastante grande, no lo había visto en el espacio de lasáreas de Broadmann que estaba a mi espalda. No me extrañé por lo que me dijo el anciano, e involuntariamente miré la mitad metálica del hombre, que, aunque se hallaba en el Lóbulo Occipital, no podía pensar. El mundo visual del librero me parecía un poco extraño, yo tenía el mapa de este mundo en la mano, me lo había llevado de casa, pero al estar cerrado entre las fronteras de un cráneo femenino, era de mala educación sacarlo. Sabía exactamente en qué área de su vecindario mental estaba.La Porción Basilar del Hueso Occipital está al sur, hacia la salida, el Canal Dorsal al norte, una especie de estrella polar de la mente que nunca te deja perderte, mientras que la Corteza Visual Primaria se proyecta en las aguas poco claras del Canal Ventral, una luz similar a un quinqué de petróleo. Mi curiosidad, muy grande al principio, empezó a desvanecerse, sentí cómo el interés por el mundo en el que había entrado estaba disminuyendo. No entendí por qué el anciano no se dio cuenta de la singularidad de las dos neuronas, y yo no pude ver los 140 millones de neuronas del anciano por ninguna parte. Estuvimos un rato en silencio. Al estar de espaldas a la estatua, me llamó la atención de nuevo el vapor sobre el lago. "¿Que hay ahí? Le pregunté, sin volver la cara hacia él. “Allí donde estás mirando, está el Agujero Occipital, nuestro mar, de hecho, y en medio está la isla llamada Bulbo Raquídeo. Ahí es donde toman baños de solnuestros 140 millones de neuronas”. "¡Ah!, reaccioné con asombro. ¡Esos pequeños granitos de arena!". |
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