En la tela de mi mano

el sillón con las flores estampadas,

en la foto tus ojos tomando

la desmedida del hambre atrapado.

Los canapés como una voz ilusoria.

¿Dónde el brillo enceguecido?

¿Dónde el ímpetu bajo la piel sin ropa?

¿Dónde?

Hermosa sin nada,

sin lugar,

la soberana cadencia,

la nube, el pie,

los dedos mojados.

¿Dónde?

Muerdo la pequeñez del vaso

otra vez más.

Atrapo las doradas manzanas

en la maravillosa penumbra.

Por fin solos

y la puerta entornada

de aquella foto, amor,

tocados y juntos,

siempre será así.





El blanco del postre,

la frutilla

cortada por los recuerdos.