Silba el rehilete sin compasiòn
impacta en la k guarnecida con esmeralda,
intrìnseco reto para Kalimàn, pero...
rozando el Oupnekhat silba la inquieta duda
bordando con zarcillos la viñeta.

Ceñido el còdigo de Manù increpa
y el rojo cinto ribeteado en oro
traspasa los bordes ajustàndolos hasta verlos unidos
en Turìn,
cuesta arriba va desplegando galas bizarras
mùsculo imbatible se transa en fiera lucha;
y no descansa hasta alcanzar lìmites austeros
sobreseìdos por el repechaje.

Agudo tajo borra el presente
y en la honrosa Charitè vislumbra alivio,
seto impàvido amenazado por vieja teja
inquieta al guerrero que se protege audaz
y decide huir en inverosìmil anochecer
protegido por un bosquecillo de sauces.

A mì que no me interesa la matemàtica racional
ni la ecuaciòn de Shrödinger, ni frases euclidianas
de repente me atrapa
en la tarde tranquila,
una absurda inquietud por el nùmero helado
tal vez es una traiciòn a mis viejos ideales,
siempre impregnados con rimas irracionales
lirismo que obnubilaba la estancia,
libres palomas en la plaza de San Marcos
aunque cedo bajo el nuevo influjo;
todavìa no se inicia el mutis sereno
abandono total en brazos extraños
fàmelico sumario humedecido.

Saeta guarnecida con plumas de gallo
se clava frìamente en antiguo escudo,
no sè si el anzuelo ornado prevalece
en un oleaje que desbarata los corales.